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miércoles, 3 de octubre de 2012

DOS ALMAS, CUENTO



ESTE ÁRBOL SE ENCUENTRA EN MI ESCUELITA, EN LA PARTE TRASERA. LLAMÓ MUCHÍSIMO LA ATENCIÓN PORQUE SON DOS ÁRBOLES QUE SE UNIERON EN PERFECTA ARMONÍA, CUYAS RAMAS NO SE TOCAN EN REALIDAD, SINO QUE SE POSAN GRÁCILMENTE UNA SOBRE OTRA. ÉSTE PECULIAR Y HERMOSO SER INSPIRÓ ESTE RELATO... ESPERO LO DISFRUTEN.


“Dos Almas” (Cuento)
Mariela Villegas R.

Cuenta la historia de un hombre que vivía una existencia muy solitaria y taciturna. Era un hombre de corazón puro, amable, respetuoso y honrado, que había sufrido mucho debido a que todas las mujeres le rechazaban porque tenía las piernas y los brazos inusualmente largos. Carecía de amigos, puesto que los hombres se mofaban continuamente de él, maquilando crueles burlas en su contra. Solamente tuvo novia una vez, y su corazón resultó roto porque la chica que había aceptado su propuesta de matrimonio, lo hizo con la única intención de quedarse con todas su impresionante riqueza, engañándole con cuanto ser se le paseaba enfrente. Sufrió terriblemente y decidió aislarse del mundo, excluyéndose de manera voluntaria en una cueva a las afueras de la “Ciudad de las Apariencias”.
El tiempo pasó y “Árbol”, como solían llamarle, se hacía más y más viejo y malhumorado. Había perdido todo contacto con el mundo y su piel, por la falta de luz en la cueva, se fue arrugando considerablemente hasta que se desfiguró por completo. Esto, aunado a sus piernas y brazos tan largos, se tornó en la penumbra que obscureció su alma poco a poco.
Una tarde en extremo calurosa, decidió dejar la cueva para beber un poco de agua en el arroyo. Cuando comenzó a acercarse se percató de que una chica de piernas y brazos muy cortos, intentaba en vano tomar entre las manos el dulce líquido vital. Al principio pensó en escapar de ahí y correr de regreso a su enclaustramiento. Temía sobremanera ser herido de nuevo por el filo del rechazo. Creía que no sobreviviría a un zarpazo como ese otra vez. Sin embargo, si no le daba de beber a la chica, ésta moriría irremediablemente porque se notaba que llevaba varios días deshidratada. La piel de la mujer era de tonalidad marrón y “Árbol” se percató de que tenía surcos profundos en ella parecidos a los suyos, por lo que imaginó que tanto ella como él vivían enclaustrados desde hacía muchos años. Eso le animó a acercarse, aunque siempre con suma precaución.
“Árbol” le dijo a la chica que deseaba ayudarla a beber con sus extremidades inusuales. Ella le echó un vistazo y, aunque al principio se asustó por el mismo tipo de temor que “Árbol” sentía, abrió sus labios quebradizos y secos para que el “Agua de vida” pudiera satisfacer su terrible sed y mitigar su sufrimiento. Se sentía tan feliz porque por fin un hombre se había acercado a ella y la había rescatado de las terribles garras de la muerte que, sin pensarlo dos veces, rozó sus labios revitalizados en la arrugada mejilla de “Árbol”. Él quedó prendado de la chica inmediatamente. Se enamoró como nunca lo había hecho en la vida, y ella experimentó exactamente lo mismo con su hermosa presencia. Las largas extremidades de “Árbol” complementaban a la perfección las cortas extremidades de “Arboleda”, el mote de la chica.
Decidieron irse a vivir juntos a las orillas del arroyo, y cuando la Diosa Venus se percató de su amor verdadero, hizo que una lluvia torrencial callera del cielo, enraizando los pies de “Árbol” y “Arboleda” hasta quedar completamente juntos, sin que un solo espacio quedara entre ellos. Se convirtieron en un solo ser, el “Árbol de dos almas”, brindando alimento a los animalitos del bosque y proporcionando sombra a los enamorados que año tras año visitaban las orillas del arroyo para saciar su sed. Vivirían por siempre unidos, por siempre amantes, por siempre iluminados y frondosos, aguantando las tempestades del invierno, gustando de las oleadas cálidas del verano, observando con suma calma la caída de sus hojas en otoño, pero sobre todo, esperando reverdecer en las primaveras.

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