Cuenta la leyenda que, en un lugar no muy lejano a este universo, existía una princesa obscura que necesitaba ser rescatada de la torre que su mente había creado. Estaba a la espera de su príncipe de plata que la salvara, como su madre le había prometido que sucedería algún día. Rezaba todas las noches. Pedía a los ángeles de iluminaran el camino de su héroe, para que pronto se viera libertada de su terrible prisión. Los años pasaban y la princesa se hacía mayor. Cada vez que se miraba al espejo, perdía la esperanza de vivir para ver la llegada de aquél que con tanto amor y paciencia quería ver llegar. Un día, no aguantó más y se dijo:
-Creo que se ha perdido, así que es momento de salir de mi prisión e ir en su búsqueda.
Sin más aspavientos ni angustias, rompió las cadenas que le ataban a sí misma, y decidió partir a buscar a su amado.
Se enfrentó al terrible fuego del dragón de la realidad y le venció, haciéndole saber que la luz de sus sueños siempre sería más potente que sus brasas. Con la fuerza de la verdad de su lado, cruzó los truculentos mares de la desidia. Atravesó el camino de la pena, pero salió victoriosa con la espada de su sonrisa y el escudo del positivismo. Hasta que llegó al pueblo de "Los Conformes", donde quisieron detenerla para que retornara a la prisión a la que pertenecía, según ellos. Nadie pudo contra su arma más poderosa, la entereza y los cañones de la inconformidad. Ella sabía que llegaría a su destino... lo sabía porque su corazón le indicaba que estaba cerca. Una vez cruzadas las espinas del bosque de la rebeldía, arribó a un claro. El sitio que imaginaba en sus sueños. Y ahí, a lo lejos, se encontraba un hombre de pie junto a un lago, esperándola. Se acercó y, curiosa, preguntó:
-¿Eres tú el príncipe de plata que alguna vez esperé?
-Sí, respondió el divino hombre de sonrisa contagiosa y cálida-. Una vez que dejaste de esperar y decidiste salir en mi búsqueda, me liberaste... soy tuyo de ahora en adelante.
Y así, la princesa vivió feliz por tanto tiempo como la vida le deparó, porque nunca volvió a esperar ser rescatada. Se había convertido en una heroína de cuentos de realidades...
-Creo que se ha perdido, así que es momento de salir de mi prisión e ir en su búsqueda.
Sin más aspavientos ni angustias, rompió las cadenas que le ataban a sí misma, y decidió partir a buscar a su amado.
Se enfrentó al terrible fuego del dragón de la realidad y le venció, haciéndole saber que la luz de sus sueños siempre sería más potente que sus brasas. Con la fuerza de la verdad de su lado, cruzó los truculentos mares de la desidia. Atravesó el camino de la pena, pero salió victoriosa con la espada de su sonrisa y el escudo del positivismo. Hasta que llegó al pueblo de "Los Conformes", donde quisieron detenerla para que retornara a la prisión a la que pertenecía, según ellos. Nadie pudo contra su arma más poderosa, la entereza y los cañones de la inconformidad. Ella sabía que llegaría a su destino... lo sabía porque su corazón le indicaba que estaba cerca. Una vez cruzadas las espinas del bosque de la rebeldía, arribó a un claro. El sitio que imaginaba en sus sueños. Y ahí, a lo lejos, se encontraba un hombre de pie junto a un lago, esperándola. Se acercó y, curiosa, preguntó:
-¿Eres tú el príncipe de plata que alguna vez esperé?
-Sí, respondió el divino hombre de sonrisa contagiosa y cálida-. Una vez que dejaste de esperar y decidiste salir en mi búsqueda, me liberaste... soy tuyo de ahora en adelante.
Y así, la princesa vivió feliz por tanto tiempo como la vida le deparó, porque nunca volvió a esperar ser rescatada. Se había convertido en una heroína de cuentos de realidades...
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