Hoy me desperté pensando sobre estas tres décadas de mi
vida. Mi cumpleaños número treinta es, por mucho, una fecha sumamente
importante para mí. Cuando recién cumplía la mayoría de edad, no me veía
llegando hasta ésta nueva etapa. Como siempre, apresurada por la vida, no noté
que realmente llegaría el momento de afrontar todo lo hecho y deshecho en mis
años. Debo agradecer demasiado. Dios ha sido sumamente bueno conmigo. El
recuento de los daños ha tirado más beneficios que perjuicios. ¿Cómo puedo
describir en pocas palabras cuánto ha cambiado Mariela? ¿Cómo poner en
cantidades lo que lleva tanto tiempo construir? Podríamos empezar con lo
primero… mi nacimiento. Nacida en circunstancias peculiares, alguna vez me han
llamado hija predilecta de Dios. Desde mi alumbramiento fui “contreras”. Nací
de pies, haciendo una declaración universal
al mundo: “Siempre voy a cuestionar mi entorno”… no podían esperar otra
cosa. Crecí lo más normalmente posible, aunque siempre, como buena hija única,
estuve sola. Al venir al mundo, llegamos completamente solos; quiero decir,
nadie más que el mismo poder que nos creó, nos ayuda a respirar. Mis ojos ven
el exterior de manera distinta a los demás, porque cada uno es único e
irrepetible. No he sido la excepción. Sin embargo, de alguna forma supe que
Mariela tenía marcado un camino distinto, más luminoso que el que creía vivir;
más definitivo. Mi adolescencia transcurrió entre las vidas que me conformaban.
Mi identidad real permanecía adormecida. Los complejos que me rodeaban
magnificaron mis complejos y anduve fuera de lugar por mucho tiempo. Es algo
totalmente natural, todos pasamos por eso, aunque yo creía ser el único grano
de arena negro en todo el desierto dorado. Otro tipo de existencias comenzaron
a pasar por mi camino, entre ellas el primer amor. Recuerdos valiosos vienen a
mi memoria, y los llevo en el alma como eso, remembranzas del ayer que quedó
atrás… una historia distinta que contar. El mundo me parecía cada vez más grande
y no tenía ni la más vaga idea de qué hacer con él.
Paso a paso, el camino se fue abriendo ante mis ojos. Con
la mayoría de edad, llegaron las fiestas, los amigos pasajeros y los verdaderos,
y también los aprendizajes más duros. Caí, me levanté, y volví a caer. Si contara
los moretones invisibles en mi cuerpo, podría decir que me cubren de pies a
cabeza. Era un ser privilegiado con todas las armas para brillar, pero mi misma
luz me opacaba… estaba escondida en lo profundo de mi ser, luchando en cada
aliento por salir a flote. Con cada año, la intensidad de mi personalidad se
acentuaba, hasta que llegó el momento en el que me abrumó. Siempre fui
imaginativa y creaba universos paralelos al que vivía, porque simplemente
desconocía la manera de realmente existir en la realidad sin salir herida por
mí misma. Solía llamarme mi peor enemiga… ¡vaya forma de desconectarme con mi
mejor amiga, yo! Sabotearme era sencillo, más fácil que abrazar a la mujer que
hoy en día amo.
Me fui de casa a los veinticinco, aunque ya tenía un
sitio preparado por mamá -mi siempre protectora madre, a la que adoro y le debo
más que la vida-, y decidí que era hora de afrontar la verdad: estaba creciendo
y nadie podía detener el flujo del tiempo que me llevaba como hoja en
riachuelo. Debía “hacerme responsable” de mis actos y de mí, tomar las riendas.
No fue sino hasta mi divorcio que en realidad lo hice. Muchos dirían que el
matrimonio y el divorcio son experiencias que nunca desearían pasar; yo digo
que ambos fueron las más tremendas caídas y los mejores despertares de mi
existencia. Toqué fondo, ¿y saben qué es lo maravilloso en tocar fondo? Que ya
no puedes caer más bajo, el único camino es la ascensión. Y como agua fresca
para el más cansado sediento, Dios me brindó la luz. Cuando se termina un libro
no se cambia de página… se cambia de libro. Comencé a escribir como una fuente
de fugas a mis sueños, y los verdaderos sueños empezaron a materializarse. Le pedí
mil veces al poder universal que me guiara, que me escuchara. No sabía que todo
ese tiempo lo había estado haciendo, solamente estaba esperando el momento
propicio para que pudiera absorber el conocimiento que me preparó. Jamás hice
algo que quisiera continuar, excepto esto, escribir. Ver en papel las quimeras
de mi mente y compartirlas con otras personas me transformó. Reír con ellos,
luchar con ellos, respirar con ellos, caminando con ellos hacia mi persona y
encaminándolos a lugares distantes, algunas veces obscuros, pero siempre con
finales felices, porque dudo mucho que la vida se haya hecho para llorar y no
para reír. No obstante, me tomó demasiadas lágrimas descubrirlo. A penas voy
por una pequeña parte del camino, pero tengo muchísimo que agradecer: mi
familia, mis amigos, el verdadero amor, mis libros, mis seguidores a los que
les debo muchas más sonrisas, mi trabajo, mis compañeros, mis jefes –todos,
hasta aquellos que me intentaron aplastar, porque de ellos proviene una buena
parte de mi fuerza-, mil y una cosas que son Mariela a sus treinta años. Hoy
tengo que decir GRACIAS. Gracias por esas cicatrices que han sanado y que me
recuerdan que todavía falta mucho camino por recorrer. Gracias por esas
personas que han tocado mi existencia, porque en mi mirada se refleja cada una
de sus personalidades y sus sueños; aunque yo soy solamente yo, y únicamente
Dios pudo hacérmelo ver. Gracias por mi trabajo y mi pasión, mis libros.
Gracias por absolutamente todo.
Mariela hoy sabe que una nueva aventura comienza a
escribirse, y es infinitamente hermoso reconocer que hoy amo a la mujer que
habita mi piel. Que a ella le agradezco más de lo que le puedo recriminar,
porque ella es mi vida. Que se merece lo mejor, porque ha luchado por ello y se
lo ha ganado. Y que siempre sonría, porque en su risa habita la niña de ojos
grandes que es pura, que es su esencia, que es una de las “hijas consentidas de
Dios”, y que es más fuerte de lo que alguna vez imaginó, porque sus quimeras ya
son una preciosa realidad. Esta historia continúa… Gracias a ella, y gracias a
ti por compartir esto conmigo.
te seguimos también y gracias por apuntarte a nuestro concurso exprress de marcapaginas, por cierto mañana sacamos otro que regalamos 3 libros
ResponderEliminarExcelente preciosa, estaré muy pendiente. Te mando un beso y mucho éxito con el blog!!!
ResponderEliminarMuy buena conclusión ese agradecimiento, que todos deberíamos tener cada día
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