Mientras
todos mis amigos veían la película de terror que habíamos rentado, yo solamente
podía concentrarme en su sonrisa sensual, varonil y picaresca. Luke era mi
mejor amigo desde que tenía memoria. Habíamos estudiado juntos la primaria,
secundaria y la prepa, y ahora que era toda una profesionista hecha y derecha,
comunicóloga para ser precisos, continuaba fielmente a mi lado... Y a lado de
su actual adquisición: “La estúpida sin sesos número cuarenta y cinco, y
contando”.
No
toleraba a la tipa. Me sacaba de mis casillas con más facilidad que un niño
malcriado y latoso que cuestiona todo. Era sumamente delgada y de cuerpo
espectacular, eso tenía que reconocerlo. Rubia, de ojos azules y senos y glúteos
firmes y musculosos, todo un cliché, ah, ¡y cómo le encantaban a Luke los
clichés! No obstante, lo que le sobraba de hermosura le faltaba de inteligencia.
Mi amigo disfrutaba de ser el amo y señor de sus mujeres. Como todo buen macho,
detestaba que una chica le retara o demostrara saber mucho más que él. Yo era
una de esas chicas. Eso me convertía en la mejor de todas, según decía, para
conversar y realmente ser amiga, hermana, pero la peor candidata como pareja.
Tal vez tenía razón. No había tenido novio desde hacía un año. Era una persona
bastante solitaria y con el único hombre que me sentía realmente cómoda era con
Luke. Me hacía reír con sus deliciosos sarcasmos y me consolaba en las penas
diligentemente, aunque siempre termináramos discutiendo por quien tenía la
razón en cualquier tontería.
Uno
de nuestros temas intocables era la ideología política. Una vez que las
palabras: partido, capitalismo, socialismo, globalización o presidente se
atravesaban en nuestro camino, lo mejor era seguir de largo con alguna discusión
sin sentido de "¿cómo le gusta hacer el amor a Luke?", o en su defecto,
"¿cuánto tiempo hace que Kay no lo hace?" Ésa era su favorita; no
puedo decir que la mía también, ya que llevaba en un periodo de sequía más largo
de lo que me gustaba admitir.
Le
adoraba profundamente y, ahora que éramos adultos, me parecía que su magnetismo
me arrastraba cada día más. Sus interesantes puntos de vista, su gran corazón
para con los desvalidos, a quienes ayudaba a través de su programa de radio, y la magnificencia con que exponía sus
filosofías, resultaban exquisitos. Me
atraía tanto como el hierro al rayo, lo cual era muy inconveniente para nuestra
amistad, así que me limitaba a admirarle a lo lejos y dejar las cosas ser lo
que eran, porque no quería perderlo. Moriría sin él.
Aquella
noche, Luke dejaría a Carly en su dormitorio de la fraternidad (de nuevo,
cliché), y pasaría a botarme a la casa que recién había adquirido. Era el sitio
de encuentro para nuestras interminables tertulias. No deseaba irse a su
departamento porque odiaba estar solo, así que decidimos compartir una botella
de vino o dos.
Platicábamos
de nuestros encuentros amorosos no mutuos y compartíamos risas.
-Deberíamos
darle una medalla a aquel último tipo que se acostó contigo, ¿cómo se llamaba? ¿Daniel
"gimo tu nombre al correrme?" ¡Jajajá! Ése pobre incauto me ha
causado más risa que cualquiera de los falsos orgasmos de mi compañera de
cuarto en la universidad -mofó.
-¡Hey!
La que se debería llevar una medalla por tener sexo con él soy yo. ¡Ésa manera
de moverse como chiquillo virgen de secundaria era terrible! Pero juro que no
me molestaría sentir su peso encima de mi cuerpo ahora. Estoy tan deseosa que
hasta al cajero del supermercado le guiñé el ojo -fruncí los labios un tanto
avergonzada.
-¡Jajajá!
¡Asco! No tienes remedio. Lo que necesitas es a alguien que te haga sentir como
jamás te has sentido. Que te prenda hasta la última de las terminales nerviosas
y te deje tan adolorida, que no puedas andar por una semana -arqueó la ceja.
-¿Una
semana? Al paso que voy, el primero que me tome es el que va a estar sin andar
por un mes -exagerado, pero real. Reí.
-Lo
dudo. ¿Qué tan buena resultaría una socialista utópica como tú? -Cuestionó para
provocarme.
-No
voy a caer en tu juego -el alcohol comenzaba a calentarme la sangre. Si
continuaba dándole rienda a mis impulsos, iba a caer irremediablemente en un
abismo sin fondo llamado "incomodidad post-coito con mi mejor amigo".
No podía permitirme dejarme llevar por mis deseos más obscuros.
-Ése
no es el tipo de juegos que me gusta jugar -esbozó una sonrisa de suficiencia.
-Conozco
tus juegos a la perfección. Sueles ser bastante detallista al describirlos -fruncí el entrecejo.
-Vamos,
preciosa. No te pongas celosa -me acarició la barbilla suavemente con las yemas
de los dedos-. Todas las mujeres con las que he estado no se comparan contigo
en lo más mínimo. Eres la única a la que amo –sonrió con esa perfecta sonrisa
de dientes de porcelana.
No me ames tanto y
mejor tómame -gritaba mi cerebro. Se veía increíblemente
sensual con esos jeans desgastados y su camisa blanca en cuello "v".
Solía usar zapatos deportivos o sandalias. Ante todo, prefería su comodidad.
Físicamente era muy alto y de nariz afilada. Su barbilla fuerte le hacía
parecer el clásico chico rebelde, más todavía por los vellos que le crecían
desordenados en el hermoso rostro.
-Gracias
por tanto amor -le guiñé el ojo y fingí una sonrisa. ¿Por qué no podía ser mío?
-Si fueras un verdadero amigo, me harías el favor de terminar con mi miseria -¡Diablos!
¿En verdad había dicho eso? Toda la sangre se me subió a las mejillas,
ruborizándome. Obviamente se percató de esto y aprovecho para hacerte sentir lo
mas incómoda posible. Una de sus tretas favoritas.
-Así
que, ¿te gustaría probar un poco de lo que tengo para ofrecer? -Se puso de pie
y se acercó a mí. Las piernas comenzaron a temblarme y tragué saliva. Su
cercanía me ponía sumamente nerviosa. El poder que tenía sobre mí era inmenso.
Quedó a centímetros de mis labios y luego fue rozando mi mejilla con la nariz
hasta llegar al lóbulo de mi oreja. Me ericé y solté un leve quejido. Él
olisqueó mi cuello-. Tu aroma es intoxicante -regresó a mis labios, clavando
sus pupilas penetrantes en mi faz. Justo cuando me acerque lo suficiente para
sentir la suavidad de su boca, se separo de golpe y soltó la carcajada.
-¡Jajajá!
¡Guau! ¡Vaya que te urge un hombre! Mira que verme de forma tan apasionada solamente
por proximidad –mofó divertidísimo. Quise asesinarlo.
-¡Eres
un idiota! -Me paré y le empujé hasta tirarle en el mueble de piel negro de mi
sala. Me dirigí al refrigerador y abrí la segunda botella de vino, tirando el
corcho en el lavabo, furiosa.
-No
te pongas así, preciosa. Siempre he jugado contigo y nunca te has molestado
tanto.
-Estoy
cansada de juegos, Lu. Será mejor que te vayas a casa -empiné la botella,
tomándome un cuarto de ella de golpe.
-¿No
pensarás en serio dejarme solo? Me quedaré como siempre, en tu sofá. Mañana
estarás matando porque te cocine unos waffles.
-Es
en serio, Luke. Quiero que te vayas -ordené. Mi mirada se tornó seria. La
sangre me ardía por la furia contenida durante tanto tiempo. Un poco más e iba
a explotar, por eso necesitaba alejarme de él unos instantes.
-Kay,
por favor, perdóname. No quise ofenderte -se acercó a abrazarme fuertemente y
le volví a empujar.
-Que
te vayas he dicho.
-¿Cuál
es tu problema? -Exclamó-. En serio necesitas un hombre.
Sentí
como las palabras se atiborraban en mi boca sin poder evitar que estallaran.
-¡Te
necesito a ti, maldita sea! ¡Te deseo a ti! ¡¿Cómo es posible que después de
todos estos años no te dieras cuenta?! ¡Estúpido insensible! Todo lo que tienes
de inteligente lo tienes de neófito en cuestiones de amor. Tus relaciones son
tan patéticas como tú, y ni hablar de tus descerebradas. Tienes terror de estar
con una mujer verdadera y por eso te reduces a una piltrafa –la verborrea me
había hecho su presa. Luke me miraba fijamente con los ojos desorbitados. Creo
que todavía no asimilaba lo que sucedía. Se quedó en silencio por varios
minutos y después dijo:
-Tienes
razón, es mejor que me vaya -tomó su abrigo y salió. No me podía quedar así.
Esta vez no sería el que tuviera la última palabra.
Salí
a buscarle y le detuve del brazo. La calle estaba desierta. Eran aproximadamente
las cuatro de la mañana.
-No
me vas a dejar con la palabra en la boca -musité.
-Es
mejor que te guardes tus opiniones para ti. No estas siendo coherente, es el
alcohol el que habla -desdeñó.
-¿Por
qué te empeñas en rechazarme? ¿Acaso no soy mujer suficiente para ti y tus
pretensiones? -Inquirí furiosa.
-¡Eres
demasiada mujer para cualquiera! -Gritó sulfurado-. Hablas de mis relaciones
como algo patético y no miras lo que hay detrás de ti. ¡No duras más de un año
con ningún hombre porque es imposible seguirte el paso! Te fascina retarles,
manejarles y sacarles hasta la última gota de paciencia. No soy uno de tus
pusilánimes amiguitos. Estás equivocada si piensas que me dejaré manipular por
tus caprichitos de escuincla mimada. Nada de lo que hagas me interesa. Sigue
con tu vida y déjame vivir la mía como me plazca –se volteó hacia el auto. Le
tomé del brazo y le obligué a mirarme.
-Si
no te interesa lo que haga, ¿por qué sacaste de tu departamento a John cuando
era mi novio? ¿Por qué cada que me ves
con alguien, te nace la urgencia de salir conmigo y acaparar mi atención con
tus relatos de fallidos intentos para tener una verdadera relación, llorando
porque una de tus descerebradas resulto más astuta que tú y huyó de ti cuando
debía?
-¡Jamás
he hecho tal cosa! -Bajó el rostro por unos segundos.
-¡Claro
que sí! Incluso lloraste cuando Rizo te abandonó.
-Estaba
totalmente ebrio. No cuenta -intentó justificarse sin éxito.
-¡Eso
es lo más tonto que me has dicho! Y no has respondido a mi pregunta. Si no
quieres nada conmigo, ¿por qué siempre me buscas y quieres mi atención?
-¡Porque
te amo! –Exclamó enardecido-. ¡Mierda! ¡¿Estas satisfecha?! -Gritó estrellando
un puño contra el capirote de su auto. Me dio la espalda, tomando con una palma
la manija de la puerta del Accord plateado y llevándose la otra al cabello
lacio y negro. Bajo el rostro, lleno de frustración, como si lo que dijo
significara su perdición. Mientras tanto, yo no podía creer lo que había
escuchado. Me quedé boquiabierta y muerta de frio, ya que llevaba una sport
negra y mi pantalón de mezclilla favorito y entallado, sin zapatos.
-No
era necesario darme por mi lado -murmuré. Ya no tenía fuerza para discutir. Me
había desarmado.
-Hazme
el favor de callarte, señorita “sabelotodo” -respondió en un susurro y, separándose
bruscamente del carro, se volteó para aprisionarme contra la reja que dividía
mi casa de la calle. Estampó sus labios ardientes en los míos, acallando mis
ansias. Su lengua se abrió camino en mi boca, dibujando círculos intensos y húmedos
que provocaron el aceleramiento de mi corazón. Sus besos eran apremiantes y
desquiciados. Sus manos se movían sin sentido, apresuradas por tocarme, por
grabar en ellas hasta el más mínimo recoveco de mi cuerpo. Yo no actuaba de
forma más coherente. Tenía demasiada urgencia de sí. Las luces de un auto nos
alumbraron y él se detuvo lo suficiente para mirarme y percatarse de que nos
encontrábamos al descubierto, en plena calle. Sus pupilas se dirigieron a mi
rostro y los dos supimos que nada nos detendría. Ni siquiera el hecho de que
alguna patrulla de policía nos pudiera descubrir.
Sin
separarse de mí, me llevo hacia un lado de la casa, donde el terreno estaba
vacío y era pequeño, aunque siempre al descubierto. Sin cuidado alguno,
continuó besándome. Eran demasiados años de pasión contenida desatándose en
unos minutos. Me besaba el cuello, enredando una de sus manos en mi larga
cabellera y aferrando la otra a uno de mis senos. Mi respiración se tornó
pesada y me faltaba el aire, pero quería perderme en la locura que suponía la
calidez de su piel en la mía. Empujaba sus caderas contra las mías, haciéndome
sentir el esplendor de su erección. Su miembro firme y excitado me provocaba, y
mi sexo humedecido se prendía cada vez más.
-No
sabes por cuánto tiempo te deseé susurró-. Mis labios siempre quisieron
saborearte. Eres tan deliciosa como imaginaba.
Gemí
y continué besándole. No podía hablar. Luke se abrió paso entre mis pantalones
y metió la mano en mi entrepierna. Al sentirme, abrió las pupilas sorprendido y
divertido.
-Estás
sumamente mojada -susurró-. Me alegra tanto que nadie te haya penetrado en este
tiempo. No podía soportar que un estúpido más te pusiera una mano encima -dijo
mientras adentraba sus dedos índice y medio en mí. Con el pulgar jugaba mi
clítoris, acercándome cada vez más al borde de un orgasmo prematuro.
-Vamos,
preciosa. Suéltate más, sé que puedes –murmuró redoblando sus esfuerzos-. Me lo
has dicho.
-Harás
que me termine –jadeé sin control. No podía amedrentar el calor que emanaba mi
entrepierna. Sentía estar hirviendo.
-Eso
es justamente lo que deseo -continuó ansioso, observando mi rostro desdibujarse
en placer. El peligro de que alguien saliera y nos viera solamente añadía más
intensidad a nuestro delirio.
-Vente,
córrete en mi mano. Lo deseo -rozaba las paredes de mi vagina con vehemencia y
no soltaba mi seno, tirando de mi pezón con desenfreno. Metía y sacaba los dedos
hasta hacerme perder la razón, deteniéndose cuando estaba a punto de llegar al
clímax, torturándome. Cuando su dedo pulgar presionó ligeramente mi clítoris y
su miembro quedó pegado a mi vientre, exploté en un orgasmo delicioso,
temblando, evidenciando mi cansancio y deleite. Mis piernas flaquearon. Pensé
que caería pero me sostuvo fuertemente. Creí tontamente que ya habíamos
acabado, que en ése instante querría irse, pero estaba equivocada.
Sacó
la mano y se la llevo a sus labios.
-Sabes
dulce, muy dulce -me besó para que probara mi sabor. Jadeé y logré
incorporarme.
-Si
quieres irte ya, entenderé... –susurré.
Se
rió y volvió a besarme.
-¿Y
que hay de mí? ¿No pensarás que me dejarás con este problema? -Tomó mi mano y
la puso en su erección, que no perdía furor.
Metió
mi mano a su pantalón, haciéndome sentir la suavidad de la piel que rodeaba su
miembro viril. Una pareja pasó junto a nosotros caminando. Al percatarse de lo
que ocurría, nos miraron con recelo. Luke me besó con más fuerza, mordiendo mi
labio inferior y desabrochándome los jeans con rudeza animal. La pareja se
asusto y aceleró el paso para salir de ahí. Reímos.
Él
hizo que me bajara hasta la altura de su cintura y colocó su sexo en mis
labios.
-Quiero
sentir la humedad de tu boca.
Su
dureza me placía. Succionaba ligeramente, percibiendo lo tremendo de su
excitación. Jadeaba y sujetaba mi cabello hasta que dolía. No me molestaba la
presión que ejercía sobre mí. Mi necesidad de ser dominada por él era
apremiante.
-Quiero
sentirte ya -me levantó de golpe y me bajó los jeans junto con las bragas,
volteándome y haciendo que me inclinara hacia adelante, levantando levemente el
trasero mientras lo masajeaba con ambas manos. Tomándome de los hombros,
introdujo su virilidad en mí. Se percibía tan duro que me llenaba. No pude
evitar gritar y Luke puso su palma en mi boca para callarme.
Me
penetraba pausadamente pero con fuerza. Jaló mi cabello y me mordió el cuello
por debajo de la oreja. No quitaba la mano de mi boca. Comenzaba a sofocarme.
Me dejé gustosa por la excitación tremenda. Al notar que me desvanecía, me
soltó y me pregunto:
-¿Has
tenido suficiente?
-No
–gemí-. Deseo todo, todo –respondí en un susurro.
Me
penetró con más fiereza, adentrándose hondamente, mientras mis glúteos
golpeaban contra él.
-Tienes
las nalgas firmes y deliciosas. Me encantan. Toda tú me encantas.
-Sigue
follándome, por favor. Sigue -rogué. Sentía el peso de su cuerpo en mi espalda.
Continuó tirando de mi cabello y dándome palmadas en las nalgas. El frio se
evaporó en lo caliente de nuestro idilio.
-Voy
a vaciarme en tus nalgas, pero quiero que me bañes con tu líquido. Hazlo.
Dámelo todo -llevó su mano a mi vientre y presiono la parte baja. Su calor me
envolvía. Pronto, mas pronto de lo que esperaba, llegue al clímax de lo que fue
una noche abrasadora con el único hombre al que amaba en realidad. Él se corrió
casi al mismo tiempo que yo, gimiendo mi nombre sin poder evitarlo. Sonreí ante
el recuerdo de lo que habíamos platicado horas antes, mofándome en mis adentros
de su comentario.
Una
vez que todo acabó, se quitó la camisa para limpiarme y la tiró en el bote que
teníamos a nuestro costado. Se erizó porque el frio comenzó a meterse de nuevo
en sus poros debido a mi falta de cercanía. Le abracé, temiendo que quisiera
alejarse de mí para siempre. Le conocía bien. Temía al compromiso tanto como a
la muerte. Inhalé su aroma a madera y frutas, apoyando ligeramente la cabeza en
su hombro. El quedó inmóvil unos instantes que me parecieron eternos. Me volvía
loca la idea de nunca volver a verle, pero debía dejarle libre para saber si en
realidad era mío, así que le solté. Le mire unos segundos y el agacho la
mirada. Me giré en redondo y caminé hacia la entrada de la casa.
-Te
quiero. No importa que suceda, siempre te querré –dije en un murmullo.
Trabó
la mandíbula, guardando palabras que no quería pronunciar. Entré a la casa sintiéndome
todavía mareada, y entre lágrimas, completamente desnuda, me dormí.
Al
día siguiente, el golpeteo de la puerta me despertó. Eran golpes desesperados y
contundentes. Me puse una bata y abrí la puerta. Llovía torrencialmente. Era
él. Tenía los ojos hinchados y un brillo de angustia dibujado en el rostro.
Sus
palmas estaban posadas en las orillas de la puerta, y su hermoso cabello negro
caía sobre su cabeza gacha. Levantó la mirada. El agua le había empapado.
-Vas
a enfermarte, tonto –regañé, aunque mi corazón delataba con cada latido la
emoción que me embargaba la tenerlo frente a mí-. ¿Qué haces aquí? -Cuestioné
haciéndome a un lado para que pasara. No se movió-. ¡Entra, Luke! -Exclamé
desesperada. Me preocupaba sobremanera que se enfermara.
-No
sin que antes me asegures que no te he perdido para siempre -respondió
angustiado. Sonreí.
-Jamás
me perderás -me tiré a sus brazos, sintiendo las gotas de lluvia derramarse en
todo mi cuerpo. Sin soltarme, me llevó dentro de la casa y soltó el amarre de
mi bata, separándome de sí para
contemplarme. Esbozó una sonrisa completa.
-Eres
increíblemente hermosa.
-Lo
dices porque me amas -levanté una ceja.
-Tengo
que admitir que así es -me tiró en el mueble, despojándose de sus ropas en un
santiamén. Besó mis senos y comencé a reír.
-¿Qué
te causa tanta gracia, tontuela? -Inquirió enarcando la ceja.
-Deberían
darme una medalla por acostarme con el tipo de ayer. Creo que se llamaba
"Luke, gimo tu nombre al correrme" -carcajeé.
-Nunca
te "acostaste" con él -me besó la barbilla y nos perdimos de nuevo en
la pasión desenfrenada de nuestros cuerpos hambrientos.
Oh, por Dios... ¡Pero qué relato tan fantástico! Vaya que lo leí de volada, jajaja. Se me hizo corto, la historia me atrapó desde el principio. No fue vulgar, sino sensual. Muy de nuestro tiempo.
ResponderEliminarTe felicito.
Muchas gracias por el comentario, Martha preciosa. Me alegra mucho que te haya gustado y tus palabras me han hecho el día. Gracias y te invito a seguir leyendo las historias que subo por aquí. Mil besos preciosa y también, cuando tengas tiempo, pasa por mi fanpage del face. El enlace está por aquí. Besos y bendiciones preciosa
EliminarPerfecto relato Mary!!! Lo sentí en carne viva. Amo tus historias, debes saberlo. Eres, en mi opinión, una de las más grandes escritoras de nuestros tiempos. Noche de Brujas y El ángel de las sombras son mis grandes favoritas. Sigue deleitandonos con tus historias y felicidades por tan grande talento
ResponderEliminarGracias Rache, gran favor que me haces :-D Le diste a mis dos novelas consentidas, preciosa jeje. En verdad me da gusto saber que estoy llegando a las personas con alegría, justo como lo deseo. Mi besos muñeca y estamos en contacto por mi página y por aquí. Besotes!
EliminarOh Por Dios.. que Sexy Historia..!! :) jajajaja.. diablos es lo que yo querria que ocurriera con mi amigo :/ jajajajja okey no....
ResponderEliminarMary me encantas como escribes, ya te lo he dicho un monton de veces, pero no hace mal recordartelo, ojala sigas subiendo este tipo de relatos, puedo por favor publicarlo en mi pagina?? sabes que no te quitaré el credito, es solo para publicarlo y que mis chicas lo lean por que a mi me ha encantado, tu tienes mi facebook.. si pudieras responderme ahí seria fantastico, sino hazlo por aqui :D
Att: Niniita Black Cullen Salvatore
Sí te autorizo que la subas a tu página Ninita con gusto, solamente que cuando la tengas ahí me mandes el enlace a mi face sales... ahora te mando el archivo. Besotes
ResponderEliminar