LEER A MARIELA, TOCAR UNA REALIDAD
Leer a Mariela Villegas R es más que rozar y dejarse llevar por la magia de un libro. Mi primer contacto con esta maravillosa autora fue a través de la revista “Luz de 2 Lunas”. Recuerdo que leí su corto: “¡Y que viva México!” tres veces; y a pesar de aquella “ficción” que yacía en sus líneas, los personajes salieron de su refugio, se alzaron ante mí, y me ensañaron su verdad: viví la batalla relatada, escuché sus sentimientos y proclamas, me emocioné cuando aquella realidad contada azotó a esas almas cuyo hogar ya no era ese relato, sino el latir de los sentimientos volcados y ya enredados en mí.
Después su pluma, la pluma de Mariela, siguió llamándome. “Hoy el aire huele a ti” me llenó de brisa; y mi casa, ese rinconcito donde me siento a leer en las noches volvió a colmarse de movimiento, de vibrar… Mi mente era un auténtico hervidero: a veces, los personajes se adueñaban de mí; miraba mi mano y no era la mía, sino la de Patrick (el protagonista de esta hermosa novela), ansiando tocar el cuerpo de Idris, sufriendo por aquel pasado que debía guardar en secreto, lacerado por el miedo a perderla; y temblaba por él, con él… cuando la esencia de Idris se apoderaba de mí: sus dudas, su miedo a admitir ese amor que emanaba de su ser con toda la fuerza, con todo el poder… “¡Dios, Patrick!”.
Aunque el milagro, no acabaría aquí, porque ese lugarcito, a veces solitario, de lecturas, se llenó aún más de vida cuando Mariela me regaló a ese personaje que llevo en lo más profundo de mi corazón: Victoria Reyes. Leer “Los hombres de mi vida” fue una de las experiencias más intensas y reales que he sentido… ¿Casi paranormal? Bueno, puede que sí o puede que no. Hablar con Victoria, sentir su cercanía, sus consejos, aun cuando ese extraordinario libro está cerrado, podría tacharse de extrasensorial… La verdad es que no me lo he preguntado. Ese libro me marcó y me conmovió tan profundamente, que cada línea se grabó en mi mente en forma de sentimiento, como carne y hueso. Victoria Reyes se presentó ante mí, en ese primer capítulo, y moró y vivió a mi lado hasta el último… ¿capítulo? No… Hasta el último día de mi vida.
Después su pluma, la pluma de Mariela, siguió llamándome. “Hoy el aire huele a ti” me llenó de brisa; y mi casa, ese rinconcito donde me siento a leer en las noches volvió a colmarse de movimiento, de vibrar… Mi mente era un auténtico hervidero: a veces, los personajes se adueñaban de mí; miraba mi mano y no era la mía, sino la de Patrick (el protagonista de esta hermosa novela), ansiando tocar el cuerpo de Idris, sufriendo por aquel pasado que debía guardar en secreto, lacerado por el miedo a perderla; y temblaba por él, con él… cuando la esencia de Idris se apoderaba de mí: sus dudas, su miedo a admitir ese amor que emanaba de su ser con toda la fuerza, con todo el poder… “¡Dios, Patrick!”.
Aunque el milagro, no acabaría aquí, porque ese lugarcito, a veces solitario, de lecturas, se llenó aún más de vida cuando Mariela me regaló a ese personaje que llevo en lo más profundo de mi corazón: Victoria Reyes. Leer “Los hombres de mi vida” fue una de las experiencias más intensas y reales que he sentido… ¿Casi paranormal? Bueno, puede que sí o puede que no. Hablar con Victoria, sentir su cercanía, sus consejos, aun cuando ese extraordinario libro está cerrado, podría tacharse de extrasensorial… La verdad es que no me lo he preguntado. Ese libro me marcó y me conmovió tan profundamente, que cada línea se grabó en mi mente en forma de sentimiento, como carne y hueso. Victoria Reyes se presentó ante mí, en ese primer capítulo, y moró y vivió a mi lado hasta el último… ¿capítulo? No… Hasta el último día de mi vida.
Mariela, tener tu amistad es algo tan bonito, que casi es incalificable. Permitirnos entrar en esa bella alma tuya a través de tus historias, es un regalo tan grande, que casi es inexplicable.
Gracias por escribir y por compartir tu “yo” con nosotros.
De esta lectora que te admira profundamente
Gema Lutgarda.
Gracias por escribir y por compartir tu “yo” con nosotros.
De esta lectora que te admira profundamente
Gema Lutgarda.
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